sólo los que acompañamos a la Luna todas las noches sabemos de su soledad, y de la nuestra.

jueves, 10 de julio de 2014

Soñar...

 «De allí su excesivo soñarmas los sueños eran en él una disposición natural e innatacomo en Gèrard de Nervalvivía soñando.»   Dr. Dupouy

Vivía soñando, como Nerval. 
Soñaba que le miraba a los ojos, veía algo celestial. 
Ojos claros y brillantes -no había visto semejante diamante- 
que ni el agua más cristalina podría reflejar 
con clarividencia lo que bajo ellos habitaba. 
Ojos que hablaban, que no mentían, 
ojos que me transportaban al universo profundo, 
al vacío, allí donde estaba mi corazón, 
allí donde me rendía y de rodillas me caía –
en el vacío, en sus ojos. 
Que sí, que lo mío es la cordura, pero ojalá amarla. 
"Ojos que podían reflejar con  clarividencia lo que bajo ellos habitaba". 
En esos ojos veía la bestia, aquella que quería liberar, aquella que quería desatar. 
"Que sí, que lo mío es la cordura, pero ojalá amarla."

Vivía soñando, como Nerval. 
Soñaba que en el desierto estaba, 
con unas cervezas de más, 
confundía las dunas con sus curvas; 
y ahí me encontraba, mas sólo buscaba mi -su- oasis,
mas sólo buscaba aquello que causaba mi demencia. 
La causa de la pérdida de mi cordura.

Vivía soñando, como Nerval. 
Soñaba con su libertad, soñaba que estaba a mi lado.
Soñaba que en la cama las sábanas nos ataban, las sensaciones nos anclaban; sensaciones que nos desnudaban. 
Soñaba que me amaba,
y que con ella lucharía,
con ella resistiría,
con ella estaría.
«Yo seré tu Berkman,
tú serás mi Goldman.»

Como Allan Poe, como Nerval,
so-ña-ba.

Imagen: Allan Teger

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