Las noches son nuestras.
Oscuridad, calles lúgubres,
bancos, puertas
y farolas parpadeando.
Entorno de la tétrica ciudad,
allí donde nos encontramos,
allí donde la soledad nace y muere,
allí donde habitamos nosotros
viendo pasar los días, las horas,
los minutos y los segundos;
allí, plenos de quietud –impasibles—.
Nos teníamos a nosotros,
teníamos a la noche
atrapada en nuestras ganas
y sueños.
Las noches son nuestras.
Oscuridad, calles lúgubres,
bancos, puertas
y farolas parpadeando.
Entorno de la tétrica ciudad,
allí donde nos encontramos,
allí donde la soledad nace y muere,
allí donde habitamos nosotros
viendo pasar los días, las horas,
los minutos y los segundos;
allí, plenos de quietud –impasibles—.
Nos teníamos a nosotros,
teníamos a la noche
atrapada en nuestras ganas
y sueños.
Las noches son nuestras.